La Taberna Club, un espacio creado por Marco Cáceres para compartir la cultura en Barquisimeto

“Todos piensan en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo” Leo Tolstoi.
Esta frase me resonó mientras escuchaba hablar a Marco Cáceres. Para él, las dificultades del país no han sido excusa para no llevar a cabo sus proyectos, y La Taberna Club es uno que merecía ser reseñado por nosotros en Barquisimeto.com.
La Taberna es una de esas joyas escondidas de nuestra ciudad, un espacio repleto de objetos de colección, una especie de museo donde la música es la protagonista. Aqui se honra la vida, la amistad, el arte. Es el lugar elegido por Marco para hacer un homenaje póstumo a un ilustre barquisimetano que dedicó su vida a la difusión de la música popular larense: el maestro Rafael Miguel López Valera, quien fue compositor, director, arreglista y miembro de la Orquesta Mavare.
Los sentidos se activan sólo al entrar a La Taberna Club. No hay lugar donde no quieras posar los ojos, temes perder cada detalle del ambiente. Muchos conocen a Marco por su trayectoria como ilustrador, artista, diseñador gráfico, fotógrafo, profesor en el CIDIG, pero también es un apasionado coleccionista de objetos que guardan historias.

Con este preámbulo en mente decidimos conversar con Marco Cáceres, sobre la vida, la ciudad y los espacios.
Cuéntanos un poco sobre ti, ¿En qué momento supiste que te dedicarías al arte, la ilustración y el diseño gráfico?
El tema con el arte viene como una evidencia: estaba en sexto grado y nos mandaron a hacer un dibujo, recuerdo que era un dibujo Taurino. Yo estaba haciendo una corrida: una Plaza de Toros, con el torero. Estaba ensimismado haciendo el dibujo, algo que para mí era normal. Cuando levanté la cara, tenía a todo el salón incluyendo a la maestra mirando el dibujo. En ese momento me di cuenta que mi nivel en el dibujo era notorio.

Estudiaste en la escuela Martín Tovar y Tovar. Cuéntanos: ¿cómo fue esa experiencia?
En muchos momentos de mi vida sentí que no encajaba bien en ninguna parte, hasta que llegué a la Escuela de Artes Plásticas Martin Tovar y Tovar. La escuela tenía un plan que se llamaba vocacional; una carrera técnica de tres años en el cual se hacía un año básico y luego la especialización. Yo estuve cuatro horas en la escuela para darme cuenta que había llegado finalmente al lugar donde me sentía pleno. En ese momento tenía 17 años.
¿Quiénes fueron tus mentores?
Allí había mucha gente valiosa, pero claro, por una u otra razón siempre conectas con unos más que otros. Y cuando digo gente valiosa no solamente hablo del calor humano y emocional, sino hablo académicamente, era una cosa impresionante. Por ejemplo: Jesús “Gordo” Páez y Teddy Villamediana estudiaron en México en universidades que no tenían equivalencia en Venezuela aquí todavía. Dino Di Rosa, quien fue mi tutor, estudió 7 años en Chile y 11 años en Alemania, en la escuela de Arte.
Siempre comento esto: “yo terminé estudiando en Barquisimeto, ahí al final de la Avenida Vargas, pero con unos maestros que eran unos fenómenos, gente muy destacada y dedicada”. De hecho, de la escuela salías con mucha incertidumbre porque tenías muchas herramientas. Nosotros podíamos hacer fotografía, podíamos hacer cerámica, pintura, ilustración o publicidad, en una época en la que comenzaba la transición a lo digital.

Te has dedicado al arte, la publicidad y a la docencia también, ¿no?
Sí, me dediqué al diseño, eso me tomó unos cuantos años, porque también se debe ir al abasto, vivir del arte siempre ha sido sumamente complejo. A la docencia me dediqué muchos años después.
¿Qué te motivó a crear este lugar-museo llamado La Taberna Club?
Tenemos un problema en Barquisimeto de reinserción cultural gravísimo, ¡hay demasiada cultura! Cuando digo demasiado, en grado “hiperlativo” me refiero a que levantas una piedra y hay un músico bárbaro, y mueves otra cosa y hay un escultor increíble, es decir, aquí hay demasiado talento, pero tenemos una dificultad grave que es la reinserción, pues todos los mecanismos de difusión de este talento fueron aniquilados.
El centro cultural “Lea” lo destruyeron, el Palacio Radial, lo destruyeron, el anfiteatro Oscar Martínez, lo destruyeron, el Cine Rialto, lo destruyeron, La casa de las muñecas, la destruyeron. Tenemos una venganza contra la memoria, tenemos una suerte de rabia contra la memoria y eso nos ha hecho muchísimo daño. Yo lo lamento de una manera muy personal, porque Barquisimeto me ha dado muchísimo, y me ha parecido terrible presenciar esa debacle. No hemos sabido crecer de una forma balanceada, tenemos ciudadanos que se les dejó a la deriva.

Lamentablemente hay un museo que no abre, hay un teatro que no se abre, las galerías han ido cerrando, la galería de la universidad no funciona. Los espacios para difundir, para concentrarse, para discutir se perdieron. La intención inicial con La Taberna Club quizás tal vez no era tan profunda, la intención inicial era, soy un coleccionista de afiches antiguos. Quiero tener mi casa, taller, hogar, bar donde he hecho casi 40 portadas de discos, lo cual me ha llevado a estar rodeado de músicos, y donde empezaron a tocar y empezaron las ideas de hacer videos se pueden ver en YouTube. Y así empecé a dejar obra y registro de lo que se estaba haciendo. Todo fue dándose un poco por mi intención, pero también porque no existían otras vías para hacerlo.
¿Por qué el nombre La Taberna Club?
Muy buena pregunta, creo que nunca me la habían hecho. Como mi tema es gráfico, yo hice una parodia de “The Cavern Club”, que es el sitio donde se presentaron los Beatles en sus primeros años, en Liverpool. El cual era un sótano que por cierto dicen que olía terrible, porque no tenía ventilación. Se me ocurrió entonces hacer una analogía de la logotipia, que está hecha sobre unos ladrillos pintados de negro, y en blanco decía “The CavernClub”, yo parodiando eso, hice “The Taberna Club” sobre unos ladrillos también, de allí vino el tema y el nombre.
¿Cómo conociste al maestro Rafael Miguel López? ¿Por qué decides hacerle un homenaje aquí? De quien además lograste que esta calle donde se encuentra La Taberna Club tenga su nombre.
Eso es parte de lo que te venía contando, yo sentí que había que hacer una suerte de justicia. El maestro Rafael Miguel López hizo en 1930 la que creo fue, la primera orquesta de Centro Occidente, la “Jazz Band Unión”, hizo 217 arreglos de música popular venezolana para la Orquesta Típica Municipal de Iribarren que fundó (la cual fue declarada por el Ejecutivo Nacional, Patrimonio Cultural de la Nación). Además, escribió un libro “Melodías Larenses”, con el propósito de difundir nuestra música como una respuesta a lo que él llamó “Música hecha en laboratorios de ultramar”, refiriéndose al hecho de que la música extranjera podía hacer desaparecer a la música popular larense.

Al maestro Rafael Miguel López lo conocí no solo por la consonancia que tuvo en mis oídos su música, sino porque siendo docente, le di clases a una nieta de él. Y es su nieta quien me trae a lo que mucha gente desconoce, que es la fiesta donde nace la tradición de la serenata a la Divina Pastora. El día de la Divina Pastora salen muchos músicos en funciones públicas y privadas a tocar por todos lados, lo que la gente no sabe y lo ve como normal, ¡pero resulta que no es normal! La historia es que un día, alguien llegó y tocó la puerta de la casa del maestro Rafael M. López, y ese alguien fue el maestro Antonio Carrillo. Cuenta la anécdota que el maestro López dice díganle que pase, y le dicen: “que no quiere pasar porque anda en chancletas”, no importa, ¡háganlo pasar! Y es el maestro Carillo quien ese día le propone hacer una serenata a la Divina Pastora.
En ese entonces a la Divina Pastora la subían por la carrera 19 y al llegar a una hondonada (donde construirían después el puente Libertador), la cruzaban a la derecha, justo pasaba frente a la casa del maestro López. Entonces ellos dos comienzan la tradición de tocar a la Divina Pastora frente a la casa del maestro, a esa tradición se fueron sumando músicos larenses. De eso hace más de 70 y tantos años, de forma ininterrumpida todos los 14 de Enero.

Cuando en 1997 hice contacto con eso, fue en parte hacer contacto conmigo mismo y mi propia historia. Y allí se cumplen dos cosas interesantes: 1) La importancia de la cultura base que puedes tener en casa, 2) De reconocer como una persona puede crear el nacimiento de una tradición cultural que después asume toda una sociedad.
Antonio Carrillo y Rafael M. López crearon algo que desde hace tiempo impacta a todos los barquisimetanos y que es un sentido de arraigo importantísimo. Entonces, ¿cómo es posible que el maestro Rafael Miguel López no tuviera una calle en Barquisimeto con su nombre? Eso había que hacerlo. ¿Cómo es posible que no haya ni siquiera un libro con su historia? En eso estamos trabajando…
Por eso me di a la tarea de hacer en esta casa un muro tributo al maestro López. Y mis intenciones van más allá, que son: tener un folleto o postal sobre el maestro en el que las personas que vengan, se vayan con una inquietud, y puedan leer algo acerca de la vida del maestro. Mucho antes de la pandemia estuve haciendo conversatorios culturales y uno fue, “Rafael López, vida y obra”, lo hice con Iván Brito López, quien es su nieto y quien ha sido una persona profundamente preocupada por el destino y el legado que dejó su abuelo. Y quien además acaba de graduarse en Derecho haciendo su tesis en “Alcances de los Derechos Culturales Consagrados en la Constitución Venezolana Respecto a la Orquesta Típica Municipal de Iribarren como Patrimonio Cultural de la Nación”.
Por eso insisto: “se deben crear espacios, pues los espacios condicionan”.
En una conversación le explicaba a alguien que estudiando arte y siendo diseñador, entendía la influencia del color de un espacio por ejemplo en las personas, pero mi conocimiento llegaba hasta allí y debo reconocerlo. Hace poco vi un documental de la serie “Abstracta”, en Netflix, y en el penúltimo episodio de la serie I, aparece una diseñadora industrial que explica este tema.

Yo tenía una inquietud de por qué la gente cuando estaba en La Taberna Club generalmente las conversaciones, la diatribas, las dinámicas se iban muy fuera de lo regular, y parece normal, pues estás viendo un disco, un poster, un afiche, una fotografía, etc. Sí, pero más allá de esto, me di cuenta que las conversaciones se hacían interesantes.
Cuando las personas llegan a la puerta no les digo, “no se habla de tal o cual cosa”, no tengo porque censurarlos. Pero de alguna manera, siento que las conversaciones van a otro lado… Y en este documental de la serie Abstracta en donde esta persona está diseñando la terminal de Frankfurt, habla de que las mesas redondas benefician el fluido de la gente, de la influencia de los materiales, del color, porque “los espacios condicionan el pensamiento” dice allí.

Verlo desde ese punto de vista me hizo entender el por qué la gente en este espacio recuerda libros de poesía, quiere hacer videos, quiere tomarse fotos, recuerda el radio de su abuelo… Ese documental me dio a entender porque en este espacio de alguna manera nos permitimos ese revivir de cosas que nos hermanan y nos hacen fraternos.
¿Qué tipo de presentaciones se han realizado en La Taberna Club? ¿Y cuál ha sido la que más ha quedado grabada en tu memoria?
Nosotros tuvimos a un muchacho llamado Wilmer Franco, quien es un cantautor de Araure, Acarigua. Wilmer ganó el festival de nuevas bandas a nivel regional, después fue a Caracas y ganó el festival nacional. Y lo contacté para tenerlo aquí. Lo había escuchado en sus videos en Youtube. Pero escucharlo en vivo fue una cosa increíble, pero cuando digo que fue increíble, es que fue, “INCREÍBLE”. Hasta tenemos aqui una fotografía que tomó mi compadre y fotógrafo Arnoldo Porta, que registra el momento en que unos amigos y yo, vemos a Wilmer Franco. Estábamos descolocados viendo al artista.

También hemos tenido a artistas como Carota Ñema y Tajá, de quiénes somos muy amigos, y eso no tiene comparación. Ellos después de la celebración oficial de sus 40 años, vinieron aquí a La Taberna Club y la pasamos genial, y eso no tiene medida…
¿Dónde conseguiste todos los elementos que decoran La Taberna Club? ¿Y cuánto tiempo te llevó coleccionarlos?
Descubrí hace mucho tiempo que soy muy apegado al tema objetual, y por supuesto aprecio los elementos por su estética, más que por su función. Hay diferentes corrientes, y cosas que me acompañan desde hace muchísimos años, tengo por ejemplo un extintor de 1907 que trajo mi papá de Maracaibo y que era de las petroleras, también tengo este reloj por ejemplo, que no lo he mandado a arreglar, pero no lo hago porque si lo hago, es un reloj, pero si lo dejo así es una escultura. Y que además tiene una historia interesante: este reloj fue hecho por el señor Luis Alberto Rodríguez Morales, que fue un artista de la ebanistería fina, él hizo el reloj Movado gigante que está del Centro Joyero del C.C. Las Trinitarias.
Hacía relojes diversos, unos cucúes, y relojes de pie. Este reloj lo hizo para publicitar su taller El Buril, como ves le colocó su teléfono, su idea era dejarloen el Tiuna para que la gente conociera su trabajo. Pero cuenta la leyenda, que cuando lo lleva al Tiuna le dicen que no están interesados en él y él decepcionado lo regresa a su taller. A los años cuando Luis Alberto muere y su hijo vuelve a llevar el reloj que había hecho su padre, en un tremendo error y una enorme falta de sensibilidad vuelven a rechazar este regalo que había fabricado el Sr. Luis Alberto para el Tiuna, (su hijo lo vuelve a llevar al taller).

Años después los ayudé a catalogar y vender unas máquinas, y yo me hice del reloj, sus hijos prácticamente dijeron que este reloj debería quedar conmigo. Y así fue como esta pieza se convierte en una de las piezas más emblemáticas de La Taberna Club.
Como te digo: hay diferentes objetos que han funcionado y han llegado a mí, otros los he buscado, también personas que me dicen “tengo esto desde hace mucho tiempo y no estoy haciendo nada con él, te lo voy a dar”. Otras son cosas que he tenido guardadas y en algún momento digo, ¡esto va a ir aquí!
En La Taberna Club también hay piezas tuyas, cuéntanos un poco sobre ellas.
Sí, estas pinturas son parte de mi trabajo, la serie se llama Vertebrados. También tengo huesos que los intervengo con taladro y con dremel luego son pintados, muestran parte de lo que es mi discurso.
Te cuento una anécdota, a John Guarenas le hice la portada de un disco bien bonito que se llama “Volver”. Para ese disco hice un ángel, un cielo y unas nubes en azul. Resulta que para su próximo disco, él escuchó en Argentina noticias muy terribles de Venezuela, debe haber sido el 2017 y hace un álbum basado en unos textos de Zakarías Zafra y otra gente.

El disco se llama “Tragedias” y él me pide que en el trabajo de la ilustración mate al ángel de la esperanza que me olvide del azul, porque esto va de otra cosa… Yo acababa de llegar del caserío de donde es el maestro Alirio Díaz, La Candelaria, municipio Torres y me había traído unos huesos. Así que se me ocurrió colocar dos figuras que representaban para mí el hombre y la mujer encontrados, como aquella historia del Vesubio donde yacen dos cuerpos calcinados por el volcán, y hago una alegoría de esa historia. Hace dos años que no llovía en la zona de la Candelaria. Así que tomé eso como un acto simbólico y también los huesos como un vehículo para comunicarme. Cuando yo se lo envié a John, él me dijo que eso lo había sobrepasado y que tenía que revaluar lo que estaba haciendo, porque esta portada lo sobrepasaba.
¿Cómo puede alguien venir a disfrutar de este espacio?
La Taberna Club fue un espacio creado primeramente para los amigos, segundo adherido a eso, es para gente que tenga una sensibilidad especial. Tratamos el espacio con mucho respeto, con visión y disfrute de lo objetual, de las conversaciones que aquí se fomentan.
Definitivamente es un espacio privado, al cual vienen amigos referidos y amigos de mis amigos. Es una comunidad grande sí, pero definitivamente es una comunidad privada, que ha ido creciendo poco a poco, gente que viene a actividades, gente que ha venido con amigos que ya tienen mucho tiempo viniendo.
¿Cómo haces para venir? Bueno, tienes que estar conectado con un padrino que te traiga en los buenos términos, alguien que te diga, ¡ven, te quiero mostrar una cosa que es realmente especial en Barquisimeto! Lo que hay que tener es cierta sensibilidad para disfrutar el lugar, ¿y qué nos evitamos con eso? Nos evitamos que alguien diga: ¿Por qué Johnny Cash y no un merengue de ruta 5? Por ejemplo. Y cuando digo nos evitamos, es porque ya no es un espacio mío, es un espacio que nació de mi, pero es un espacio en donde hace vida una comunidad de gente: fotógrafos, músicos, artistas, arquitectos. Por ejemplo: Moisés Ágreda, que es mi gran amigo, y profesor de la facultad de arquitectura es uno de los que ha traído a una comunidad de profesores de la facultad. Y bueno hay mucha gente con sensibilidad que ha hecho conexión con este lugar.
“La Taberna es un lugar que nos permite revivir cosas que nos hermanan y nos hacen fraternos.”
Entrevista y fotografías gracias a Martha Machado Ducoing
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Periodista, diseñadora gráfica, especialista en Marketing y redes sociales. Editora en barquisimeto.com Cinéfila y melómana email: samantha@barquisimeto.com